Llegar a fin de mes es una carrera de obstáculos, de categoría olímpica, para cualquier familia.
La precariedad de los empleos, la inflación o la cantidad de facturas infladas por impuestos nos mantienen en el umbral de la pobreza, justo donde nos quieren.
Pagar impuestos ya no es cuestión de colaboración para mantener los servicios de enseñanza y salud, ni las carreteras, sino una forma de expoliar al ciudadano para mantener los gastos de una administración fuera de control, que necesita esclavos fiscales para su subsistencia.
La factura de la luz, titular destacado en todos los medios, sólo es una parte insignificante del problema, y con un poco de suerte será la gota que colme el vaso y despierte el instinto de autoprotección de los españoles.
Cerrar las centrales nucleares suena muy ecológico, pero poco lógico cuando estamos importando cifras récord de energía, a precios récord.
Como todo lo que toca el Gobierno, el ecologismo se ha convertido en un negocio corrupto, escondiendo tras la fachada de la sostenibilidad y salubridad una organización eco-terrorista que maneja cientos de millones y que subcontrata otra buena cantidad de votos.
Tiene guasa que un desaprensivo encorbatado derrocara un Gobierno (pésimo por cierto) utilizando como argumento una subida del 7% en la factura de la luz, y tras aferrarse cual garrapata a la poltrona, pretenda justificar que en pocos meses, la misma factura se haya triplicado.
Aún más, hay iluminados que pretender derribar la red hidroeléctrica que se construyó en época de Franco, por esa razón, porque se llevó a cabo bajo su mandato, cargándose por estupidez supina una red de abastecimiento energético que funciona de forma natural y autónoma.
Para aplaudir con las orejas.
Si éstos indigentes neuronales encuentran la manera de apagar el Sol, tendremos botellón perpetuo.
Todo sea por facilitar las cosas a los parásitos sociales.
Recibir una beca para estudiar medicina, es mucho más complicado que solicitar una ayuda para un okupa que se dedique a la “horticultura” y posteriormente, a la economía sumergida del barrio.
Una mente amueblada puede ser usada como arma, y es difícil de captar como votante de necios, así que mejor le dificultamos el camino todo lo posible, y la obligamos a irse al extranjero para subsistir.
Es más productivo importar sin-bambas que se mantengan sumisos a cambio de una paguita, mientras siembran malestar social y delincuencia allá donde se concentran.
Esta fiesta la pagamos trabajadores y autónomos, pensionistas y empresarios, los de siempre.
Creo que os habéis pasado mucho con tanto mánager, relaciones públicas y asesores, y sobre todo, con las invitaciones a indeseados e indeseables.
España no es un chiringuito, no es vuestra, y no merece éste aforo, !y menos a nuestra cuenta!
Desalojen, por favor.
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