09 agosto 2021

¿Hombrecillos verdes?

 


Las vacaciones dan para bastantes series y documentales en los canales libres de anuncios, entre ellos, los inevitables marcianos.
La búsqueda de seres inteligentes u otras formas de vida en otros planetas siempre está presente, incluso hay quien afirma haber tenido contacto o haberlos visto, y quien afirma que están entre nosotros.
No soy un erudito en la materia, ni he sido tan afortunado como para  tomar café con ellos, es más, considero bastante difícil encontrar vida inteligente caminando sobre la Tierra como para ponerme a buscarla fuera, pero esa es otra historia.
Apoltronado en el sofá y con los párpados haciendo amenaza de dejarme en brazos de Morfeo, tras tragarme más de la mitad del documental, me planteo hasta qué punto pueden tener razón, o cuán equivocadas están a mi entender sus hipótesis.
Considero equivocados los razonamientos que aplican a la búsqueda, pues no sabemos qué estamos buscando ni dónde debemos buscarlo.
En primer lugar, buscan vida extraterrestre basándose en las condiciones imprescindibles para la vida. Olvidan que buscan otras formas de vida, cuyas condiciones no tienen porqué ser compatibles con las nuestras, ni siquiera parecidas. No tienen porqué necesitar agua o cualquier otro líquido, ni basarse en el carbono, ni ceñirse a las presiones, temperaturas o atmósferas que nosotros consideramos tolerables.
Una cosa es buscar un planeta que pudiera ser compatible con nuestra forma de vida (hasta que acabemos con el) para una utopía colonizadora, y otra muy diferente es que vayamos a encontrar allí hombrecillos verdes, poseedores de tecnologías a años luz de nuestro intelecto, cuando no hemos sido capaces de obtener una muestra de vida unicelular procedente del espacio.
Ese planteamiento es tan absurdo como el opuesto, pensar que entre tantas galaxias, estrellas y planetas seamos los únicos afortunados que tenemos vida, algo más que improbable.
Dudo que una flota estelar se disponga en plan superproducción americana a una invasión a la Tierra, más bien la amenaza somos nosotros y la película debería ser al contrario, visto nuestro poder destructivo y autodestructivo con los recursos que nos proporcionan la vida y la creciente necesidad de nuevas fuentes y espacio para una población descontrolada, en tal medida, que las autoridades hacen lo posible por acotar nuestra reproducción y periodo de vida.
Si encontramos otras formas de vida, más les vale tener la capacidad de repelernos, pues nuestro instinto depredador y nuestro miedo a lo desconocido les llevará sin remedio a una extinción tan rápida como la del dodo o el tigre de Tasmania.
Volviendo al tema, no saben las características de esa supuesta forma de vida, ni bajo qué parámetros buscarla, y mucho menos dónde, y viendo la gestión que son capaces de hacer con el petróleo, que viene en barriles, por poner un ejemplo, me temo que sea como sea, el estropicio será universal, nunca mejor dicho.




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