03 julio 2021

Supervivientes

 


Sobreviví a una infancia en la que una bandeja metálica y una cuesta abajo eran lo más.
Jugábamos a pegarnos pedradas, hasta que aprendimos a hacer puntas de flecha con chapas de refrescos y arcos de adelfa.
Construía mis bicicletas de los restos de las que había destrozado haciendo el bestia, sin casco, ni rodilleras.
Cuando tuve acceso a las motos, era un diablo sobre ruedas, tanto que llegué a competir.
Nunca me rompí un hueso, hasta hace bien poco. Uno en medio siglo.
Sobreviví a los coches sin airbag, cinturones de seguridad ni aire acondicionado.
Esquivé con éxito el mundo de las drogas, me fumé algún petardo cuando era polluelo, pero nunca pasó de ahí. Nunca. Nada.
Sobreviví a la colza, a las vacas locas, a la gripe aviar, al SIDA.
He superado más de un matrimonio, varios hijos, el servicio militar y el régimen de autónomos.
Sobreviví al país vasco.
Sigo vivo, siendo patriota y de vox en Cataluña.
He sobrevivido a varios gobiernos socialistas, a la ideología de género, al adoctrinamiento, a la memoria histérica y al feminismo galopante.
Y ahora ustedes me hablan de un virus tan mortal que tienen que meterte un palo por la nariz para saber si lo tienes, con unos resultados tan fiables como el CIS.
Un virus con menos mortalidad que la gripe común, artificial y mutante, que ha escapado de su control.
Me quiere vender la moto de que los no enfermos somos los peligrosos y los no  vacunados, terroristas.
Quieren inocularme una sustancia en la que ni ustedes se ponen de acuerdo y que no me ofrece ninguna garantía contra el contagio, propio ni ajeno.
Una vacuna de la que inmunólogos y científicos avisan sobre su ineficiencia y peligrosidad.
No entraré en ese juego, no voluntariamente.
No niego que haya un virus, y que sea peligroso. Ya tomo mis precauciones, entre las que no figura formar parte de su experimento genético/social.
Me declaro insumiso asintomático, ya pueden mandar a por mí a los Geos, nos vamos a divertir.

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