01 julio 2021

Psicotécnico

 



Cuando un gobierno está compuesto de tramposos, criminales e incompetentes, es porque el pueblo está perfectamente representado.

Para obtener la licencia de conducir, se deben superar ciertas pruebas que garanticen que se  reúnen las cualidades necesarias, al poner en riesgo nuestra vida y la de otros.

No ocurre igual cuando uno compra un ordenador, no se le exige acreditar ningún tipo de conocimiento previo y pasa lo que pasa, que puede acabar siendo un martirio y una fuente de infecciones para amigos y conocidos, y un castigo para su amigo informático.

Ante una urna que decide el futuro de todos, lo mínimo, sería exigir superar un simple test psicotécnico, que garantice la funcionalidad neuronal del portador de tan peligroso sobre.

Si al potencialmente explosivo contenido del sobre le añadimos una ley electoral diseñada para favorecer al perdedor, los tejemanejes de los votos por correo y las alianzas de pulgas que acaban matando al perro, el coctel resultante es tan nocivo como el antrax.

Y así acabamos sentando en el Congreso, con derecho de pernada, puerta giratoria, sueldo intergaláctico y paga vitalicia desde asesinos confesos no redentos, hasta cajeras de supermercado con menos utilidad que el intermitente de un barco. 

Una cosa es el fútbol, se puede ser de un equipo de toda la vida, para toda la vida, sin más razón que un sentimiento visceral, pero aplicar el mismo razonamiento a la política demuestra un problema severo de coeficiente intelectual que debe ser contagioso, a razón del  número de afectados.

Un simple test reduciría considerablemente el desmadre intercontinental de los mamarrachos, mamarrachas y mamarraches que hemos colocado en el gobierno, ya que para ellos debería ser exigido como requisito mínimo un test de coeficiente intelectual, un certificado de antecedentes penales y tantos estudios mínimos como se exigen en una oposición a socorrista de verano de piscina municipal.

De todos modos, la culpa es nuestra y sólo nuestra, primero, por votarles, y segundo por no correrles a gorrazos cuando nos escupen en la cara.

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