Hombres de Honor

 

HOMBRES DE HONOR

A pesar de mis muchos defectos, siempre me he considerado un hombre de honor, haciendo todo lo posible por que bajo ninguna circunstancia pueda decirse lo contrario.

Mi vocación militar fue descarrilada por el destino, y posteriormente, mis problemas con la vista me impidieron culminar con éxito mis oposiciones a la Policía Nacional.

Con toda satisfacción, brindo éste primer espacio, que gratamente ha sido puesto a mi disposición en éste medio, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

Vosotros, ángeles custodios, merecéis ésto y más.

Por aguantar el tipo en primera línea, desprotegidos material, jurídica y laboralmente.

Por acudir sin preguntar allá donde se os necesita, aunque os alojen de manera indigna o se nieguen a prestaros servicios básicos.

Por permitirnos dormir tranquilos, arropados bajo vuestra guardia.

Mención especial a los que son rebeldes, dentro de cuerpos que se alzan contra España, como Inma, cuya defensa contra un cuerpo corrupto y politizado consume su energía, su tiempo, su patrimonio y su integridad emocional.

Abordar con entereza órdenes, inexplicables, vengan de un cap indepe, más rojo que un marlaskon, o de más arriba, pese a los conflictos internos, a la presión de una tripulación abducida, y de unos mandos con orejeras no debe ser plato de gusto, ni fácilmente digerible.

A pesar de todo, sabemos que estáis ahí, y no quiero dejar de recordaros, que a éste lado, al vuestro, somos muchos.

Que pasar a visitaros por Vía Layetana convierte un día ordinario en inolvidable, más, cuando lo hacen treinta patriotas de golpe, subidos en un autobús pintado de rojigualda y cargado de banderas hasta las cejas, ante los ojos desorbitados de los lacis.

¡Fuerza y honor, estamos con vosotros!