30 septiembre 2021

PERSIGUIENDO FANTASMAS

 


Aparte de las producciones cinematográficas, lo de perseguir fantasmas es un asunto capaz de dejar en evidencia hasta a Iker Jiménez y su comité de expertos. Cuando el rigor científico o histórico entra en escena, las pseudo-evidencias aportadas adquieren tintes cómicos cuando menos.
La izquierda española lleva décadas persiguiendo al fantasma de Franco, como si su sombra se asomase tras cada esquina, y no han parado hasta profanar sus restos, mientras estrechan la mano de terroristas confesos, empeñándose en mantener vivos rencores que habían sido olvidados, y pretendiendo que olvidemos las atrocidades de hace dos días.
Parece que interrumpir el reposo del Caudillo ha desatado las siete plagas, y que ya se escuchan los cascos del caballo del apocalipsis que viene con muchas prisas y malos modos a cobrar las deudas pendientes a éstos canallas.
En tierras catalanas el fantasma de D. Francisco puede casi respirarse, o eso afirman, creando situaciones desternillantes, en el límite de lo paranoico con lo perverso, ya que parece que Franco es atemporal,  nació con las primeras águilas que surcaron el cielo y sigue vivo hasta la fecha, a pesar de sus esfuerzos en combatir su mano, que tanta opresión les causa.
Quizá la próxima dosis de la vacuna pueda ayudar en algo, si la desarrollan con una base de prozac, o con una elevada proporción de arsénico, y así terminamos antes.
Ese trastorno obsesivo es natural, viendo la ineptitud, mediocridad en el mejor de los casos, de quienes tanto rencor le guardan, pues tantos años, tantas leyes, tanta tecnología y con tantos medios disponibles, son incapaces, ni accidentalmente, de aproximarse mínimamente a lo que significó para España el tito Paco y es tan arraigada costumbre echar la culpa a otro, sobre todo si está muerto, y más si su obra te hace parecer un leproso, que no merece la pena esforzarse en vender otra excusa, teniendo un pueblo que traga carretas de paja ardiendo.
Tendrán que perdonarme, escribo éstas líneas con una extraña sensación, como si estuviese poseído por un espíritu, o sufriese una tendinitis que me impide doblar el codo, lo que dificulta enormemente la escritura...no quiero buscar culpables, pero sospecho que el Caudillo me persigue.




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