08 julio 2021

Especiales

 


La condición humana nos hace a todos diferentes y exclusivos.

Hay personas que destacan por su amabilidad, por la lucidez de sus pensamientos y conclusiones, por la entrega a sus seres queridos...

Enumerar las virtudes de las que hacemos gala, sería un largo proceso, siendo lo más destacable que no somos conscientes de ello.

Es el resultado de nuestra experiencia de vida, de la educación recibida, de nuestros objetivos personales, entre otros muchos factores que determinan nuestro comportamiento.

Por diferentes motivos tratan de clasificarnos en grupos obedeciendo a determinados atributos comunes, siempre con algún objetivo, ya sea comercial, político, estadístico...

Sentimos irracionalmente la necesidad de integrarnos en grupos, lo que nos lleva a gastar una fortuna en el complemento de moda, a cambiar el coche porque la tendencia es tal y cosas por el estilo.

Nos frustramos por no ser el primero en tener el último modelo de Superphone en el mundo mundial, sin tener en cuenta, que de conseguirlo, será un éxito hasta la próxima semana, fecha de lanzamiento del Superphone 2.

Dejamos de valorar lo que de verdad nos hace especiales, para entrar en éstos juegos, y luego entramos en el summum de la ridiculez en busca de la exclusividad, pidiendo gin tonics con peces vivos de colores, y hielo seco de ese que echa humo, aunque sea tóxico, o cafés imposibles con leche de aceituna negra y dos gotas de miel de amapola del Tíbet, en vaso alto pero no grueso...

Lo de los géneros merece un capítulo aparte, con temple, mucho temple.

No puedo olvidar la que montaron unos padres reclamando que su retoño recibiese la Comunión por lo civil. Insuperable.

Y es que a la hora de hacer el borrego, tampoco conocemos límites.

Aplicando ésta reflexión a la política, se ve todo un poco más claro.

La lógica queda relegada por las paranoias o intereses personales y la toxicidad no es un factor a tener en cuenta.




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