12 julio 2021

Titanic

 


No fue sólo un iceberg la causa del hundimiento del famoso Titanic, el insumergible.
Ninguna desgracia se presenta por si sola y de repente, más bien es el resultado de la suma de varios factores que contribuyen a que el fatal desenlace se produzca.
Cuando los cautelosos dan la voz de alarma, nadie les hace caso, la fiesta sigue, no pasa nada, estará loco, o le sentó mal el vino.
Todo sigue su curso, todo está bien, hasta que deja de estarlo.
Es entonces cuando vemos las señales que anunciaban lo evidente, cuando entendemos que la ocasión de evitarlo desapareció hace dos margaritas, y la desesperación por salvar el pellejo hace pasar tu vida ante tus ojos en un parpadeo, como una despedida.
Así va España, a toda máquina hacia una iceberg comunista, federalista, nacionalista o cualquiera capaz de deshacer la integridad de la Nación.
El armador, europeo, tiene la vista puesta en grandes negocios globales y se preocupa más por la campaña publicitaria que por la seguridad del pasaje.
El capitán, sólo está para cenas en traje de gala con los pasajeros más distinguidos.
El oficial al mando, ganó el cargo en una apuesta de trileros. No tendría plaza en otra naviera ni como mozo de bodega.
La tripulación elegida por el oficial, la forma lo más florido de cada puerto pirata, descastados de burdel y palanganeros, que a cambio del jornal y sus trapicheos, fingen tenerle respeto.
Alrededor de la mesa de las gambas, arremolinados, están los controladores.
Y en el carajo, Manolo, el vigilante, que sin dotación de prismáticos hace lo que puede con las gafas de la abuela.
No hay de qué preocuparse, la nave es magnífica, la melodía embaucadora de los flautistas y los vapores del alcohol nos mantienen en el limbo, al menos, hasta que el agua nos empape los calcetines.
Cuando esto ocurra, la organización (puesta a salvo) tiene previsto un plan de emergencia:

"Sálvese quien pueda"

Dudo que el Capitán se quede para sostener el timón, no le quedan puntos.

-O-

-Una nación no se pierde porque unos la ataquen, sino porque quienes la aman no la defienden.
Blas de Lezo.
 



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