De entre tantos millones de personas, es natural que cada día fallezca alguna persona conocida, un famoso, un millonario que nos recuerde que no todo tiene precio, un ser querido...
Nadie está obligado a dar un sentido pésame cuando el fallecido no pertenecía a tu círculo o no era merecedor de tu simpatía, lo que tampoco te da ningún derecho a burlarte ni insultarle innecesariamente el mismo día que perece, por muy mal bicho que fuese.
Ésta actitud define tu valor como persona en un rango entre miserable y ruin, en la misma medida que cuando un infeliz aspirante a conde de terruño celebra la muerte de un hombre de honor.
Cuando uno no tiene un argumento positivo hacia una persona, es mejor guardar silencio, especialmente si el destinatario muere ese mismo día, haciendo visible la miseria moral de unos y la educación de otros.
No siento ninguna simpatía por quien me desea que arda en la hoguera, pero por cuestiones del destino, acaba como debe y cuando debe su amenaza. Llamémosle Karma.
Hay muchos días posteriores para recordarle a San Pedro quién es cada uno, y los méritos en vida que acrediten su sentencia.
No hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti, mantén siempre una actitud respetuosa y educada, demuestra que no todos somos iguales. Por favor.
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